sábado, 6 de septiembre de 2014

Big Crunch

Supongo que alguna vez te habrás preguntado donde queda todo lo que le das a las personas de ti mismo o sí todo lo que te queda de ellos, es proporcional a lo que les queda a ellos de ti.

A veces he tenido la sensación de sentirme arrasada por los demás, de sentir rabia de todo lo que ya no tengo o que simplemente no encuentro. Hoy por hoy, simplemente me echo de menos.
Echo de menos un poquito de aquella que pensaba que el final no era plausible porque siempre puedes intentarlo una y otra vez, de aquella que las personas no hacían tanto daño porque no había motivo para hacerlo, o un poco de esa que el qué dirán no le era tan difícil de sobrellevar.

Supongo, me supongo, que se llega a un punto que das tantas partes de ti que cuando quieres darte cuenta lo acabas viendo de una manera fea y demasiado difusa; no es que no existas o que ya no seas tú, sino que has renunciado o dejado atrás tantas cosas grandes o pequeñas que te hacían ser tu mismo que al final el “arreglo” que ibas haciendo ya no encaja, ya no cura.

Me cuesta Ver a los demás, sí con mayúscula, porque puedes mirar a una persona y hablar con ella pero llegar o que lleguen a ti es otro cantar. 
Ya no pienso en las corazas, son tan inútiles como vivir con la carga invisible de los demás pero aun así siguen siendo tan ponibles…

Esto es algo así como te tengo miedo pero acércate, es un no lo hago pero me lanzaba de cabeza, un no con un sí detrás, un silencio con una opinión tremenda detrás. En fin, esta es mi contradicción, mi manera de no ser siendo o al revés.

Creo que el problema es que ya no me encajo, que lo nuevo y lo viejo no coinciden, que lo que falta y lo que llega no se dejan espacio y toca readaptarlo o quizás sea mejor reconstruirlo de nuevo.


Firmado: Tu pequeño desastre

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