Supongo que alguna vez te habrás preguntado donde queda todo
lo que le das a las personas de ti mismo o sí todo lo que te queda de ellos, es
proporcional a lo que les queda a ellos de ti.
A veces he tenido la sensación de sentirme arrasada por los
demás, de sentir rabia de todo lo que ya no tengo o que simplemente no
encuentro. Hoy por hoy, simplemente me echo de menos.
Echo de menos un poquito de aquella que pensaba que el final
no era plausible porque siempre puedes intentarlo una y otra vez, de aquella
que las personas no hacían tanto daño porque no había motivo para hacerlo, o un
poco de esa que el qué dirán no le era tan difícil de sobrellevar.
Supongo, me supongo, que se llega a un punto que das tantas
partes de ti que cuando quieres darte cuenta lo acabas viendo de una manera fea
y demasiado difusa; no es que no existas o que ya no seas tú, sino que has
renunciado o dejado atrás tantas cosas grandes o pequeñas que te hacían ser tu
mismo que al final el “arreglo” que ibas haciendo ya no encaja, ya no cura.
Me cuesta Ver a los demás, sí con mayúscula, porque puedes
mirar a una persona y hablar con ella pero llegar o que lleguen a ti es otro
cantar.
Ya no pienso en las corazas, son tan inútiles como vivir con la carga
invisible de los demás pero aun así siguen siendo tan ponibles…
Esto es algo así como te tengo miedo pero acércate, es un no
lo hago pero me lanzaba de cabeza, un no con un sí detrás, un silencio con una
opinión tremenda detrás. En fin, esta es mi contradicción, mi manera de no ser
siendo o al revés.
Creo que el problema es que ya no me encajo, que lo nuevo y
lo viejo no coinciden, que lo que falta y lo que llega no se dejan espacio y toca readaptarlo o quizás sea mejor reconstruirlo de nuevo.
Firmado: Tu pequeño desastre
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aleteos