Pon los límites donde quieres,
frena el tren cuando necesites y no cuando el mundo te obligue y, por supuesto,
marca los paréntesis que necesites.
En principio y el final lo marcas tú, es liberante saberlo,
pero más es concienciarte de que realmente tienes más control del que te permites.
Soy una persona que necesita tener las situaciones bajo
control pero no me permito de alguna manera controlar mi descontrol, otra de
mis mil contradicciones. Supongo que esto sucede más de lo que puedo imaginarme
y que realmente la libertad es mucho más y más honda que lo que algunos insinúan.
Pensando un momento, solo un momento, cuantas veces has
dejado pasar segundos especiales por alguien, o algo que hacía que te retuvieras
de una manera justificablemente injusta. Nuestros límites son justificablemente
injustos, esas cuerdecitas lógicas que van ahogando poco a poco nuestro
espíritu libre.
Yo, personalmente, me siento responsable directa e indirectamente
de esto pero me gusta observarlo todo, por si algún día algo desencaja y lo
puedo volver a recolocar, o tal vez puede que seas esa pieza que cuesta
terriblemente encajar.
Siéntete orgulloso si es así, duele, pero quiero pensar que
siempre la suma sale positiva al final del camino.