La auto-compasión se quedó desfasada en esta etapa de mi
vida, sentir pena por mi descontrol es más penoso aún que la situación en sí
misma. Más bien siento autodestrucción/construcción constante, un
todo con un nada a la vez.
Vamos a poner un ejemplo sencillo: me paso la vida pintándome
las uñas de mil colores, antes lo hacía por estado de ánimo porque ciertos
colores me daban fuerza o suerte y ahora lo hago porque no encuentro lugar en
ninguno de ellos.
No consigo localizar el momento donde activé la granada y
porqué lo hice, haciendo un viaje rápido a mi historial interno no es raro
verme caer y subir pero este tipo de situaciones las he catalogado como las “antes
y después” y de ellas solo recuerdo una en mi vida bastante poco agradable …
Cuando sientes la necesidad imperante de huir y que alguien
te retenga a la vez, sabes que algo empieza a fallar, quizás lo pequeño se está
haciendo demasiado grande.
Firmado tu pequeño desastre.