domingo, 28 de agosto de 2011

Tu sei un attimo senza fine


Abrí  los ojos muy lentamente como si el mundo tras ellos fuera  un interminable dolor, no podía respirar ni moverme. Era un hecho petrificante, eternamente petrificante, aun iba con un sencillo pijama de verano con el pelo revuelto y sintiendo el frío suelo bajo mis pies cuando la escuche llorando desde la cocina diciendo una y otra vez que no, entonces escuche como me llamaba, me preguntaba que le pasaba aunque sabía que se me iba a partir el corazón en cuanto ella abriera la boca.

Habían sido unos meses muy duros, unos meses de un cambio tras otro y para una adolescente de 14 años unos meses de crecimiento acelerado, los meses tenían que dar fin a la etapa y abrir paso.


Antes de todo aquello no conocía las palabras, la magia, las alas, la sombra y la luz, la nada, la capacidad innata del corazón de mutilarse y volver a latir, el olvido y la sensación de que la vida es de obligatoria salvación.

Dicen que un boxeador con corazón no es más que un hombre muerto pero un ser humano sin corazón no es más que el envoltorio carnoso de la Nada.

Intenta sentir vacío y mil veces preferirás el dolor o al menos con eso me quede yo, me doy cuenta de que me encanta sentir miles de cosas a la vez, poner a prueba la sensibilidad de la que tantas veces me he quejado y ver que S-I-E-N-T-O brutalmente.

Ahora que estoy a un día del quinto aniversario de tu muerte, ahora que solo eres huesos y algo de carne putrefacta para mucha gente, yo tu incansable nieta sigo estando eternamente enamorada de tu alegría, de esa fuerza que mueve mundos concentrada en esos cansados ojos verdes y de que gracias a ti siempre tendré un antes y un después sin arrepentirme ni un solo día del dolor que tuve que pasar.

Mañana nos veremos  las flores rojas, tu y yo.

2 comentarios:

  1. El corazón es un órgano maravilloso, con una capacidad ilimitada, y sentir con mayúsuculas nos recuerda lo vivos que estamos, al mismo tiempo, es imposible olvidar lo que fue importante en nosotros.

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  2. Me acuerdo de cuando ocurrió lo de tu abuelo... Sé que es duro, bonita, pero esas cosas tienen que pasar. Los míos cualquier día se me van y lo voy a encajar muy mal, pero supongo que con el tiempo quedarán esas sonrisas que borrarán todo el dolor.

    Un besito, preciosa.

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