lunes, 13 de diciembre de 2010

Y empiezo a acordarme de cuando era solo yo cuando nadie había pasado de los miles de sueños que pasaban por mi cuerpo.
Era inocente, demasiado diría yo pero de repente tuvo que cruzarse en mi vida, esa mirada feroz, ese juego entre el bien y el mal, los placeres escondidos que por primera vez podían estar en tu mano, tu piel, mi piel, la noche y una utopía entre los dedos que me empezaba a volver loca.

Creía que las personas podían pertenecer de una manera especial a otra y ahí estabas tu tan sumamente inalcanzable, tan libre e independiente y yo tan segura de que jamás te quedarías para siempre conmigo, ya que siempre es demasiado tiempo para alguien como tu pero no me lo hacías creer, esto parecía un juego en el que hacías una excepción, chico valiente con caricias de terciopelo.

La noche se nos acababa entre los dedos y podía seguir pensando que a la mañana siguiente ibas a seguir siendo tan perfecto como entonces, tan increíble señor mío…

Era la primera vez que me mirabas así, me cogías la mano y hacías que corriera contigo sin sentido pero de tu mano y a mi realmente me daba igual donde me llevaras solo quería correr y que me dijieras algo.
Había roto tus esquemas y ahí me tenías sencillamente yo y tus ganas de besarme. Sería una tontería decir que no tenía unas ganas enormes de que me cogieras y me besaras tanto como si me fuera a morir al segundo después.

Nunca sabré cuando decidirás irte porque oigo decir a muchas personas que la gente se va y se llevan tu corazón pero no les entiendo, no entiendo como la gente sufre tanto si algo es tan sencillo supongo que con el tiempo deberá ser más complicado, mucho más complicado.

Te miro fijamente por si consiguieras leer que necesito que te quedes un poco más pero no lo diré, jamás lo diré y se apagan las luces, cae la noche y yo me dejo llevar.


Ya es la mañana siguiente y se me empieza a congelar el corazón.

1 comentario:

  1. "Y se me empieza a congelar el corazón"...

    Es curioso cómo a veces nos resignamos a perderlo sólo por tener algo una vez. Un segundo. Dos segundos. Y el tercero ya no está.

    ¿Miedo? ¿Cobardía? ¿Impotencia? ¿Tempus fugit?

    Quién sabe, pequeña. Quizá somos tan mediocres que necesitamos vivir un momento feliz en nuestra vida, uno solo, para tener algo que recordar en el futuro.

    No recuerdo dónde leí esto... Pero vienen a mi memoria las palabras ahora.


    Qué puedo decirte, Virginia, que te ayude... Tú sabes mejor que nadie que soy experta en vivir momentos felices que no duran eternamente. "¡Pero es tan corto el amor y tan largo el olvido!"...


    Estoy segura de que llegará un momento en la vida en que todo cambie y empiece la verdadera felicidad. Con mayúsculas.


    Te lo prometo.

    Te quiero, princesa!!

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