jueves, 21 de julio de 2011


Los caminos se separan, las razones se deslizan reclamando un lugar y los recuerdos se van; es aquí donde tenemos ese punto en el que todo era “normal”, en el que tu vida llevaba un rumbo lógico por el camino que te habían enseñado pero les miras y te miras y nunca has estado más que en una orilla de ese camino, siguiéndolo creyendo que ese era el tuyo pero el camino acaba y solo sigue para los que están en el centro.
Te pierdes y sales por otro camino nuevo, diferente, del que nunca supiste su existencia y ahí estas sin creértelo, sin aceptarlo pero solo puedes andar sobre el sin nunca mirar atrás y si lo haces no encontraras más que espinas de rosas que ya han marchitado.

El camino te lo recuerda, te acuerdas de ellos, de todos aquellos caminantes que compartieron la misma tierra que pisaban tus pies sin saber que sus vidas no tenían lugar en la tuya y viceversa.

Es lo triste de pasar a una fase sin sentir que la has pasado, que no es como se debe pasar, que te debes algo para pasar esa página a rebosar de recuerdos, rota y descolorida.

Lo echas de menos, el tiempo sencillo lleno de problemas estúpidos que ahora te hacen mella, ese fue el problema: el tiempo sencillo es sencillo por mucho que le quieras ver de otra manera y yo conseguí verlo de esa otra manera.

Ahora se un poco más cuando mire con los ojos adecuados y cuando no, cuando hay que cerrarlos y seguir y seguir y cuando te debes sacudir porque lo que ves solo es frustración en forma de fantasmas.

Volví a ver esos videos donde aunque no estaba pero me sentía allí, me emocione allí y lo viví allí; yo sí los recuerdo y os recuerdo tanto que quisiera acabar con esta página.

Quizás deje alguna esquinita doblada para visitaros de vez en cuando o quizás el tiempo la desdoble porque no tenía que ser pero necesito empezar el libro otra vez.

Son estas las palabras y otras más con las que me gustaría empezar mi año de paso de página, así te voy a llamar y así espero que lo seas.

Ya no valen las medias tintas casi secas y las puertas mal cerradas que no dejan de golpear, ya no merecen la pena.

lunes, 18 de julio de 2011

La era del egoismo

Si quieres salir de algo, te miras al ombligo
Si quieres avanzar y pasar pagina, te miras al ombligo
Si quieres no morirte de asco sola, te miras al ombligo
Si quieres no pensar en lo muy injusto que es todo, te miras al ombligo
Si quieres darte cuenta de que te estas enterrando sola, te miras al ombligo
Si quieres ser asquerosamente justa, te miras al ombligo
Si quieres vivir sin tiempo como el resto, te miras al ombligo
Si quieres ser tu misma, te miras al ombligo
Si quieres no admitir de que eres humana y tienes necesidades de otro ser humano normales en un ser humano, te miras al ombligo
Si quieres que pase el tiempo y todo vaya mejor, te miras al ombligo
Si quieres no ver que los colores nunca fueron mate, te miras al ombligo
Si quieres no decir jamás, tragar saliva y morderte los labios, te miras el ombligo




Maldita era del egoismo, como DUELES!

miércoles, 6 de julio de 2011

Hay un tipo de hombres que penetran en tu cuerpo y en cada poro, te enloquecen, te liberan con una soga al cuello pero solo están alrededor del corazón, solo alrededor.

Hay otros que van tan lentos que parece que perforan cada poro que pasan, no caes en una demencia severa aunque no te someten a una libertad extrema, dejan que te liberes tu sola con una mano cerca por si consideraras que la necesitas, observando simplemente y me temo que son de esa clase de hombres que un día sin saber porque ya no puedes sacarlos de tu vida porque han superado los alrededores y están dentro de tu corazón.

Necesitamos ambos hombres para darnos cuenta de que el corazón no entiende de libertades sexuales al mas estilo lujurioso, de promesas enredadas en el aire o miradas que solo tientan a la carne, solo entiende de aquellas cosas que los poros no perciben, de aquellas capaces de traspasar sin necesidad de percibirlas.

Cuando lo logras entender te das cuenta de que hay tantas cosas en ti que ni sabes cuando entraron y otras que no sabes porque siguen allí.



Él penetra mi alma y tu solo la embistes.