lunes, 19 de agosto de 2013

Tocar un alma


Con los años me ha ido mutando el concepto de aquella música que me toca el alma, las voces se hacen más profundas, se hacen más salidas del abismo para acercarse al mío.

Necesito una voz, una melodía que me acaricie internamente tanto que externamente la manifestación sea tan grande que pierda los papeles.

Es el camino y la búsqueda del gran Orgasmo de mi vida, cual prostituta que busca el amor de su vida en una esquina barata llena de hombres de dudosa moral y aun así ella se siente la princesa más inocente del mundo, solo por el motivo más simple, no hay hombre que haya tocado su alma, no es algo que se pueda tocar con unas manos o un cuerpo lujurioso con un fajo de billetes sucios.

Para tocar un alma hay mucho más camino que recorrer, hay mucha más esencia que tener y mucho más que dar y sentir.
Tocar un alma debe ser algo así como llegar al cielo, cerrar los ojos, llenarte de todo ese aire que nunca antes habías respirado y quedarte flotando durante un periodo de tiempo “eternamente” efímero.
Tocar un alma debe ser algo así como lo imposible en los dedos de un mortal con las ansias de ser Dios por un día, lo irreal en los ojos de una mujer llena de vida con una vida llena de muerte, un adiós impregnado de “vuelve por favor”, un placer que sabes que existe pero jamás has sentido, todo aquello que deseas de una manera sobrehumana y no sabes que es, en resumen tocar un alma es Magia y no creo poder ser capaz de renunciar a buscar eso.

Todo ser que su naturaleza le aboque a andar sobre caminos más allá de la acera fría de la realidad, debería cuestionarse que tipo de magia desea sentir, pasar por esta vida sin cerrar los ojos y tener un momento en el que recuerdes y sientas todo tu Yo podría ser una manera muy dura de morir, que desgraciadamente no reconocen como tal.


Como dicen por ahí “pies para que os tengo” mejor será decir “ alas para que os tengo” y volar un poco ¿no?